En la vida cultural de la ciudad de Manzanillo incide desde su surgimiento en 1856 el Teatro con el mismo nombre, donde se imbricó la intelectualidad más avanzada de la época y un público, que tuvo la oportunidad de disfrutar y apreciar lo mejor del arte nacional e internacional.
El teatro surge en un momento de florecimiento cultural del siglo XIX, ya que en otras ciudades del país se fundan nuevos coliseos, permitiendo un vínculo de la Ciudad del Golfo del Guacanayabo con otras importantes de la isla.
Los miembros de la Sociedad Filarmónica se reunieron el 8 de agosto de 1852, con el objeto de construir un teatro por medio de acciones de 50.00 pesos; después de devueltas las acciones el teatro pasaría a propiedad del Hospital de Caridad que en ese momento se construía, siendo éste uno de los recursos para sostener la instalación sanitaria. Entre las personas que tuvieron que ver con los proyectos de construcción de la institución se encontraban el Teniente Gobernador Don Felipe de Castro, Bartolomé Masó Márquez, Rafael Oro, José Caymari y Fray L. Ramírez. El Teatro se erigió en los terrenos de Don Juan Mendieta y Don Jaime Martí, ubicados en las calles Santa Ana esquina a Salas( hoy Villuendas y Maceo).
El italiano Francisco Becantini, experimentado artista, fue contratado para ejecutar la decoración interior, pues su fama había crecido con la excelente decoración del Teatro Reyna en Santiago de Cuba; este artista se radica en Manzanillo definitivamente hasta su muerte en 1866.
Uno de los miembros de la Sociedad Filarmónica que se vinculó estrechamente a la fundación del Teatro Manzanillo fue Carlos Manuel de Céspedes, radicado en la Ciudad por esa fecha, quien tuvo a su cargo la redacción del Reglamento de la Sociedad Anónima del Teatro Manzanillo. El Licenciado Céspedes como lo llamaban entonces, hoy Padre de la Patria para todos los cubanos fue Director de Escena y actor de la primera obra exhibida en este Teatro, el 14 de septiembre de 1856 , titulada “El Arte de hacer fortuna”, comedia en cuatro actos, escrita por el dramaturgo español Don Tomás Rodríguez y Díaz Rubí (1817-1890). En ese mismo año se presentaron otras obras auspiciadas por la Sociedad Filarmónica, que contaron con la Dirección de escena de Céspedes.
Entre 1870 y 1874, el Teatro fue utilizado como Cuartel de las tropas españolas y Hospital de sangre, lo que produjo al edificio un deterioro considerable, que obligó al gobernador militar Coronel Don Manuel Sánchez Lamela, enfrentar la primera reconstrucción, una vez desalojadas las tropas.
Unos meses después de haber comenzado la guerra del 95, se traslada según consta en las Actas de Cabildo el Hospital Civil al Teatro Manzanillo, transformándose nuevamente en el Cuartel Gerona.
El Teatro Manzanillo no recibió daños por la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana; Tirado relata que la última actuación del violinista Claudio José Domingo Brindis de Salas en Cuba tuvo por escenario el Teatro Manzanillo, después de la evacuación de las tropas españolas de la Ciudad.
En 1909 el señor Pedro Crehueras, que ya había propuesto a las autoridades de la ciudad agrandar el Teatro Manzanillo, para convertirlo en un centro de espectáculos a la altura del Maxim de París, comienza a realizar modificaciones en el coliseo, como la instalación de un Café en el salón principal, las lunetas viejas las colocó en la Galería, donde se repararon los pisos, instaló más bancos, hasta llegar a doscientas capacidades; además arregló los palcos y dispuso de nuevas lunetas en la entrada. La decoración en esta ocasión fue encargada a Francisco Ferrer, artista reconocido. Todas estas reformas concedieron a la instalación mejores condiciones para ofrecer al exigente público espectáculos variados entre los que se sumó el cinematógrafo, por lo que se hizo necesario sustituir el techo de colgadizo que tenía el vestíbulo por una terraza en la que se ubicó un local para esos efectos. El 6 de diciembre de ese mismo año se estreno el ingenio de los Lumiére en Manzanillo. La firma Pathé dominaba el nuevo espectáculo con sus aparatos y cintas. En esa primera mitad del siglo XX el séptimo arte llegó a alcanzar tal popularidad en el Teatro Manzanillo, que la prensa no dudó en llamarlo El Templo del Cine.
Por las tablas de este teatro en esa primera etapa, desfilaron importantes figuras y compañías, entre las que cabe mencionar: Esperanza Iris, la Emperatriz de la Opereta, Los Niños Cantores de Viena, Los Cosacos del Don, El Ballet de la Opera de París, Ernesto Lecuona, Alicia Alonso e Igor Yuskevich, Isaac Nicola, Manuel Navarro, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Manuel Navarro Luna, Capablanca, Arquímedes Pous, Enrique Arredondo, Pedrito Rico, entre otros afamados artistas.
La importante instalación cultural servía para todo tipo de eventos: bailes de salón, recitales de poesías, eventos deportivos, políticos y sociales, de manera que la población la hizo suya y con diferencia de precios, según la locación: platea, palco o galería, todos disfrutaban del mismo espectáculo.
Antes de cerrar al público, en los últimos años de vida útil, hasta el año 1972, en el Teatro se ofrecían solamente tandas de las películas más importantes de la época tanto para grandes como para chicos en diferentes horarios del día.
Durante un largo período de receso ascendente a 30 años, el Teatro Manzanillo cerró sus puertas con vistas a una remodelación y restauración, acciones que comienzan a ejecutarse oficialmente en el año 1989 a cargo de la Empresa del ICAI radicada en Santiago de Cuba. Esta restauración capital estuvo dirigida por el Arquitecto Rafael Andino. Se hizo necesario proyectar una ambientación artística donde conjugaran armónicamente el ambiente tradicional, con las exigencias del nuevo entorno y la nueva tecnología.
Finalmente el Teatro abre sus puertas el 16 de noviembre del año 2002; en horas de la mañana se celebra una Asamblea solemne del Poder Popular y en la noche, la Compañía de Ballet Codanza, de la ciudad Holguín actúa en el flamante escenario para el público manzanillero que admiraba con asombro la belleza de la instalación. Muchas lágrimas vimos brotar de alegría aquel día lleno de tensiones.No hubo inauguración, sólo una reapertura, como si el tiempo hubiera ocurrido en un abrir y cerrar de ojos; sin embargo para los trabajadores de la institución el hecho de estar allí, constituía un reto que solo resolvería la práctica cotidiana, partiendo de que el hábito de asistencia del público manzanillero al Teatro se había perdido, el personal técnico nunca había trabajado en un teatro, lo que podía atentar contra el resultado de la puesta en escena. Estuvo de nuestra parte las expectativas crecientes de una población ávida de ver resurgir a su Teatro como el ave Fénix, no de entre cenizas, sino de entre ruinas.
Al Teatro Manzanillo, después de la restauración capital que conservó su arquitectura y una buena parte de elementos originales, se le añaden nuevas áreas que lo embellecen y lo hacen más confortable, como el patio, los salones de protocolo, cafetería, fuente con escultura bautizada con el nombre de Talía, que se baña desnuda ante el visitante, cabinas para luces y sonido, camerinos, área de maquillaje, sala de historia, taquilla y oficinas. La tecnología es muy avanzada, lo que permite que los montajes escenográficos y el resultado del producto artístico que se ofrece al público sean de alta calidad. La decoración del inmueble en su totalidad estuvo liderada por el artista Roberto Frómeta, quien trabajó con un equipo de jóvenes artistas plásticos manzanilleros, que de una forma apasionada arremetieron día y noche y muchas madrugadas también, logrando una excelente restauración pictórica y ambientación que se imbrica armónicamente con las nuevas tendencias artísticas.
En estos casi nueve años de trabajo continuo el Teatro ha recibido dos pequeñas restauraciones, fundamentalmente en sus antiguos muros pues la humedad es constante, teniendo en cuenta que la ciudad está por debajo del nivel del mar y el manto freático muy cerca de la superficie, aunque esto último beneficia según los expertos a la excelente acústica de su sala.
Muchas son las iniciativas que en estos años se han puesto en marcha para diversificar la oferta cultural, por lo que el Teatro ha abierto sus puertas a creadores de diferentes manifestaciones donde se incluyen la plástica, el cine, la poesía, la danza; de esta última se mantiene un proyecto que ya cuenta con seis años de creado que es el proyecto de baile flamenco Hechizo. Un Club de Amigos del Teatro contribuye a la promoción y divulgación de todas las acciones que se programan.
Desde su apertura en la institución se celebran dos fechas: el 14 de septiembre por su fundación y el 16 de noviembre por su reapertura, por lo que se ha establecido una jornada con excelentes puestas de los más variados géneros y manifestaciones artísticas entre estas dos fechas. En este año 2011 esta bella institución cumple 155 años de fundada y nueve de estar funcionando ininterrumpidamente brindando a nuestro público lo mejor del arte de Cuba y excelentes agrupaciones foráneas que nos han visitado. Así mismo es un punto de referencia de importantes personalidades que llegan a la Ciudad, tanto en el orden político, social o artístico, quedando esto plasmado para la historia en el libro de visitantes.
Para orgullo de esta ciudad de Manzanillo existe este Teatro de igual nombre, que como en otros tiempos se ha convertido en la Institución cultural más importante, con un asiduo y exigente público de todas las edades, que ya ama y aprecia todo lo que aquí se ofrece.
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