Ante la sostenida impaciencia de los manzanilleros encabezados por Carlos Manuel de Céspedes, el venerable Francisco Vicente Aguilera, partidario de aplazar el alzamiento, decide entrevistarse con el líder del grupo de Manzanillo en un intento por apaciguar los ánimos desatados y, de todo punto, incontenibles. Viajó Aguilera a la costeña ciudad y en su ingenio «Santa Gertrudis», distante sólo una legua del Demajagua, se reúne con Céspedes a quien trata de disuadir prometiéndole anticipar el alzamiento para el 24 de diciembre del propio 1868.